Actividades en la Ciudad de México
Marzo 2010.
Ese día se levantó Enrique Montemayor con mucho entusiasmo, pensando en lo que había logrado. Se recibió de abogado en la universidad de La Salle y actualmente estaba estudiando su maestría en la Universidad del Valle. Con esto, cerraba el círculo de estudios y les daba gusto a sus abuelos paternos: Daniel Montemayor, su abuelo; y Altagracia Rivadeneira, su abuela. Quienes se habían hecho cargo de él desde que murieron sus padres, cuando él tenía apenas 10 años de edad.
Rosa, La cocinera; le había preparado un delicioso desayuno y un jugo de naranja con un plato de frutas.
Almorzó y salió rumbo a la Universidad del Valle porque ahí también daba clases, tenía dos materias asignadas la de derecho laboral y derecho constitucional.
- ¿A dónde lo llevo Sr. Enrique? - preguntó Moisés, su chofer.
- A la universidad Moy por favor, hoy me toca dar clases.
- Esta bien.
Eran cerca de las 9 de la mañana de un día soleado y regocijante, ya estaban muy cerca de la universidad cuando de pronto vieron a una chica que bajó de su auto y gritaba desesperada mientras se alejaba al ver que esté se incendiaba por la parte de enfrente debajo de su cofre.
- ¡Párate Moisés! - le dijo Enrique al chofer al ver el suceso frente a ellos - ¿traes extinguidor?
- Si, señor.
-Ayudemos a esa chica, parece tiene problemas.
El chofer se orilló, se puso a una distancia prudente y se dio a la tarea de extinguir el fuego, mientras Enrique trataba de tranquilizar y alejar del lugar a la señorita.
- Ven, no te preocupes, tranquilízate si no te vas a debilitar.
- Si - dijo ella. Su cuerpo estaba temblando, abismada y tratando de explicarse el hecho - ¿No sé qué pasó? De repente se paró mi auto y empezó a echar humo y luego se incendió.
- Te diré que no es algo común, pero si ha sucedido. Lo importante es que tú estás bien, ya lo demás tiene solución.
- Si, ¡gracias! – contestó asintiendo levemente con la cabeza, tratando de incorporarse y calmarse.
- Tiene seguro tu auto? - preguntó Enrique -Háblales para pedir la asistencia. Si quieres pásame los datos yo les llamo.
Una vez que Moisés pudo apagar el incendio y Enrique había realizado la llamada al seguro, quedaron sobre la banqueta parados y esperando para que llegara el personal de la aseguradora, platicaron brevemente la chica y Enrique.
- ¿A dónde ibas? - Le preguntó Enrique.
- Me dirigía a la Universidad del Valle, doy algunas clases ahí, pero, por lo que veo ya no podré llegar a tiempo.
- ¡Mira, pero qué coincidencia! yo también me dirigía para allá.
- ¿En serio?, creo que tu cara se me hacía conocida - dijo ella - ¿también eres profesor?
- Si, así es. Doy clases de Derecho Laboral y Derecho Constitucional para los del 3er y 6º semestre. ¿Y tú?
- Oh! Ya veo. Yo doy clases de Literatura para 1er. semestre. Y Lengua Española para 3er.semestre.
En ese momento se irrumpió su plática con la llegada de la aseguradora, comenzaron a hacer preguntas y a llenar formularios, una vez llenados los formularios firmados por ella, le comentó el ajustador: “Nos llevaremos el auto a taller para su evaluación. Posteriormente, nos comunicaremos con usted para darle el veredicto”.
- Esta bien - contestó ella, recibiendo parte de los papeles que ambos firmaron.
Enrique le preguntó a la muchacha si se iba a dirigir a la universidad y ella contestó que sí.
- Vamos te llevo. Sube al auto, al cabo es el mismo camino que yo llevo.
- No, ¿cómo crees? me da pena- dijo ella - ya te he molestado mucho y te quité tu tiempo.
- No hay problema, ¿somos colegas, que no? Vamos, súbete sin pena. – le abrió la puerta del auto y subieron a medias risas relajándose de la situación.
Llegando a la universidad se presentaron él le dijo - Mi nombre es Enrique Montemayor, déjame te doy una tarjeta para cuando se te ofrezca cualquier cosa aquí están mis números, con confianza puedes marcarme.
Ella recibía la tarjeta cuando al mismo tiempo contesta – Te agradezco por la ayuda ofrecida y gracias por tu tarjeta, aquí la guardaré – abrió su bolso y sacó su cartera, en el área donde colocaba tarjetas, poniéndola en posición principal y al irla cerrando comentó – Yo me llamo Alma Delia Robles, para servirte, supongo nos estaremos viendo por aquí.
- Si me permites -dijo él- a la salida te puedo llevar a tu casa. ¿Como a qué hora sales de la universidad?
- A las 2 de la tarde termina mi última clase.
- Ah! Está bien. A esa hora nos vemos en la entrada de la universidad, ¿Te parece bien?
-Si, muchas gracias.
Se despidieron de prisa y cada quien se fue a el aula que le correspondía a cada quien de acuerdo a su materia.
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