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ENTRE SOMBRAS Y PROMESAS

ENTRE SOMBRAS Y PROMESAS

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En una pequeña ciudad costera, Elisa trabajaba como restauradora de arte en un antiguo museo. Su vida era tranquila, hasta que una tarde llegó Adrián, un enigmático coleccionista que buscaba restaurar un cuadro del siglo XVII. Desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron, una chispa inesperada encendió algo entre ellos.Pronto comenzaron a pasar días enteros juntos, riendo entre pinceles y secretos que parecían quedar atrapados en las paredes del museo. Adrián le hablaba de viajes, de arte robado, de tesoros perdidos… y Elisa, sin darse cuenta, se enamoraba más de él en cada gesto.Pero todo cambió una noche de tormenta.El cuadro que Adrián había traído —un retrato de una mujer de mirada inquietante— desapareció misteriosamente. Junto a él, también desapareció Adrián. En su lugar, Elisa encontró una puerta rota y un sobre con su nombre.Dentro, una nota escrita a mano:“Perdóname. No tenía opción. Cuando todo pase, regresaré por ti.”Elisa sintió su corazón romperse. ¿Había sido todo una mentira? ¿Un plan? La policía llegó, empezó a investigar, pero solo encontraron una pista: Adrián estaba relacionado con una peligrosa red de tráfico de arte.Días después, mientras Elisa revisaba unas antiguas fotografías del cuadro, descubrió algo espeluznante: la mujer retratada parecía moverse en cada imagen, como si su expresión cambiara… como si estuviera viva.Y entonces, esa misma noche, su teléfono sonó.Una voz distorsionada susurró:“Él no te traicionó… te protegió. Pero ahora vienen por ti.”El sonido de pasos detrás de ella la hizo girar.La luz se apagó.Y Elisa comprendió que el verdadero peligro acababa de comenzar.Capítulo 2“El retrato que observa”Elisa retrocedió lentamente. Su respiración era un torbellino acelerado y desordenado. Las luces habían vuelto… pero ahora algo estaba diferente.El cuadro de la mujer ya no estaba en el suelo.Ahora colgaba nuevamente en la pared.Exactamente en el mismo lugar de antes.Y la mirada de la mujer pintada… ya no estaba fija hacia el frente.Ahora, sin duda alguna, la estaba mirando a ella.El teléfono volvió a sonar. Elisa dudó, pero contestó.—¿Quién eres? —preguntó con voz temblorosa.—Soy alguien que quiere ayudarte —respondió la voz distorsionada—. Él no te mintió. No te utilizó. Adrián está atrapado en algo que comenzó mucho antes de conocerte.Elisa se apoyó en la mesa más cercana.—Dime dónde está —exigió.Hubo un breve silencio.Un silencio que se sintió como una eternidad.—Si sigues insistiendo en encontrarlo —dijo la voz—, podrías terminar como ella.—¿Ella? ¿Quién? —preguntó Elisa, mirando el cuadro de reojo.—La mujer del retrato —susurró—. La que lo fue todo para Adrián… hasta que la traicionó.Un escalofrío le recorrió la espalda.—Mientes —murmuró Elisa—. Adrián jamás haría eso.—¿De verdad lo conoces? —replicó la voz—. ¿Conoces su pasado… o sólo las promesas que te hizo?Elisa apretó el teléfono con fuerza.—Dígame lo que sabe.La voz bajó el tono aún más.—Ven al muelle viejo. Medianoche. No vengas sola… o no llegarás a tiempo.El cabello de Elisa se erizó. Antes de que pudiera responder, la llamada terminó.Una gota de agua cayó del techo.Después otra.Luego, una ráfaga de viento abrió violentamente una ventana.El cuadro volvió a caerse al suelo, con un golpe sordo.Elisa se agachó para levantarlo. Su corazón casi se detuvo cuando tocó el marco: estaba húmedo… como si hubiera sido sumergido en el océano.Pero lo más perturbador no fue eso.En la superficie del retrato, sobre la mejilla de la mujer pintada, había una única lágrima…rodando lentamente hacia abajo.Capítulo 3“Medianoche en el muelle”Elisa pasó el día entero con la mente en guerra: miedo, dudas… pero también una certeza inquebrantable.Si había una mínima posibilidad de salvar a Adrián, ella la tomaría.Cuando el reloj marcó las 11:53 p.m., llegó al muelle viejo. La marea estaba alta y el viento silbaba como si arrastrara secretos entre sus ráfagas. Cada tablón de madera crujía bajo sus pasos como si el mismísimo mar quisiera advertirle que se fuera.Las luces del muelle apenas parpadeaban.Estaba completamente sola…o al menos, eso parecía.—Llegaste —dijo una voz detrás de ella.Elisa se sobresaltó y giró rápidamente.Un hombre de traje oscuro dio un paso hacia la luz. Tenía un rostro severo, marcado por cicatrices, y unos ojos que no reflejaban ningún tipo de compasión.—¿Quién es usted? —preguntó Elisa, intentando mantener firme la voz.—Soy alguien que sabe exactamente quién es Adrián… y quién fuiste tú para él —respondió el hombre—. Lo que no entiendo es por qué él arriesgaría tanto… por tan poco.Elisa sintió un golpe directo al corazón.—Dígame dónde está —exigió.El hombre sonrió, una sonrisa cruel.—¿De verdad quieres saberlo?Sacó una carpeta y la lanzó hacia ella. Fotos se desparramaron sobre la madera mojada. Elisa se agachó para recogerlas… y su sangre se heló.Adrián, esposado.Herido.Y detrás de él… el mismo cuadro de la mujer.—La Red lo tiene —explicó el hombre—. Él robó algo que no le pertenecía. Lo hizo para proteg

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